El pasado, con ojos de mujer
Las hermanas Elena y Cristina Amezaga heredaron de sus padres un espacio rural en Artaun (Bizkaia), así como un amplio piso lleno de objetos de época en Bilbao, muy cerca del Teatro Arriaga. Licenciadas en Sociología, Elena trabajaba en ETB y Cristina, en banca, pero ambas decidieron tomar una excedencia de sus actividades para dedicarse a un proyecto tan audaz como laborioso: mostrar en un museo el pasado reciente del agro y la revolución industrial vizcainos, con la mirada puesta en las figuras de cientos de mujeres invisibles en los libros de Historia.
Al llegar al caserío donde se enclava el Museo Antzasti, en Artaun, Loti comienza a ladrar, rompiendo un llamativo silencio. El perro está encerrado junto al corralillo de las gallinas y enfrente de la pequeña tienda de productos locales que las Amezaga han montado, junto a un bar para las catas de txakolis y quesos. El jardín es extenso y las flores, exuberantes. De fondo, el Gorbeia se alza, orgulloso. Urkiola es una belleza. Todo el valle de Arratia lo es. Y en este rincón majestuoso pero sencillo crearon con tesón y cariño estas hermanas «un museo de monte» y «un museo femenino», y más antropológico que etnográfico, observan, ya que el grueso de la exposición tiene que ver con mujeres. Las etxekoandres y las féminas burguesas en la ciudad, las amas de cría, las amamas y las modistas. Vitales en una época de transformación, en que muchos baserritarras optaron por ampliar ingresos trabajando en las incipientes fábricas de Bilbao.
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